Suspensión ferroviaria en Lobos: vecinos varados necesitan soluciones de transporte

Desde el 14 de abril, los ramales Merlo-Lobos del Tren Sarmiento y Cañuelas-Lobos del Tren Roca fueron interrumpidos por obras de renovación de vías, dejando a cientos de habitantes de Lobos, Empalme Lobos, Zapiola y Speratti sin un medio de transporte esencial. Las labores, enmarcadas en la Emergencia Ferroviaria decretada por el gobierno nacional, abarcan la modernización de 36 kilómetros de vías entre Las Heras y Lobos, con recambio de rieles, durmientes, balasto y mejoras en pasos a nivel y estaciones. Según Trenes Argentinos Operaciones, las tareas se extenderán por 300 días.
La ausencia de un servicio de colectivos que reemplace al tren ha generado serios inconvenientes, especialmente en Empalme Lobos y Zapiola, que han quedado notablemente más desconectadas del centro de Lobos y de otras localidades de los ramales. Los vecinos deben recurrir a combinaciones de colectivos que pueden tomar hasta tres horas para trayectos cortos o movilizarse por sus propios medios, si disponen de vehículo. Esto impacta gravemente a docentes y estudiantes de escuelas rurales, como la de Zapiola, donde los caminos, intransitables en días de lluvia, dificultan el acceso. Asimismo, se ha afectado la distribución de productos esenciales, como el pan, que llegaba temprano a zonas aisladas gracias al tren.

En 2021, durante trabajos similares, se implementaron micros con frecuencias comparables a las del tren, pero en esta ocasión no se dispuso ningún sustituto. La línea 88, que une Once con Lobos, ha ampliado su servicio, pero los colectivos circulan abarrotados en horarios pico, y la flota podría no resistir la creciente demanda. Los ramales suspendidos eran vitales para trabajar, estudiar, realizar compras o acceder a servicios médicos, y su interrupción ha acentuado la percepción de abandono en la región.

La limitada frecuencia de los trenes antes de la suspensión y su mal estado —sin aire acondicionado y con problemas de limpieza— ya eran una preocupación. Ahora, los vecinos temen que los servicios no se restablezcan tras los 300 días anunciados, recordando casos como la cancelación de otros ramales. En respuesta, se están organizando para recolectar firmas y demandar un sistema de micros que garantice la conectividad mientras duren las obras, reclamando un derecho fundamental: poder movilizarse.